sábado, 14 de noviembre de 2009

Las ideas políticas de "La República"



LA REPÚBLICA: Para Platón la justicia es el fin tanto de la ética como de la política por lo tanto, al analizar el modelo ético de vida buena estamos analizando, a su vez, el modelo de estado político perfecto. La ética platónica es una ética intelectualista ya que afirma que el mero conocimiento de lo que es bueno hace que el hombre actúe con bondad; el mal es una mera ignorancia de lo que nos conviene ya que, según el filósofo griego, el bien moral coincide con la felicidad: si queremos el bien es porque es bueno no sólo éticamente sino porque es bueno para nuestra felicidad. Así Platón considera que lo que persigue la ética es la felicidad del individuo mientras que la política persigue la felicidad del cuerpo político.
Desde esta perspectiva intelectualista el malvado que obra movido por un deseo desenfrenado, la envidia o cualquier otra pasión es como el niño pequeño que cree que tomar sólo dulces le hará feliz desconociendo que este comportamiento le acarreará dolor de estómago o, poniendo otro ejemplo, el hombre justo es como aquel que aún sabiendo que una medicina es amarga y desagradable se la toma porque conoce que le es útil y le sanará. De este modo, debemos saber qué es el hombre para saber cuál es su felicidad, por esta razón Platón intenta fundar su ética y su política en una antropología, es decir, en un análisis de lo que es el hombre.
Platón analiza al hombre y encuentra que existen tres motivaciones en sus actos que se corresponde a tres tipos de alma. Las tres almas son: el alma racional, el alma irascible y el alma apetitiva. El alma apetitiva es aquella que busca la satisfacción de los deseos como sexo, dinero, comida, etc.; Platón la representa como un monstruo amorfo con múltiples cabezas y en su diálogo el Timeo la localiza en el hígado. El alma irascible es en la que reside la agresividad y el deseo de lucha, generalmente está aliada al alma racional: cuando una persona sufre una injusticia lucha más ardientemente y con más fuerza que cuando sabe que la razón no está de su parte; es representada por un león y en el Timeo se localiza en el corazón. Por último, el alma más importante, la racional, se identifica con nuestra inteligencia teorética y ética es decir, es aquella parte que construye argumentos y reflexiona sobre conceptos; es como un pequeño hombre que está dentro de nosotros mismos que se asienta, según el Timeo, en el cerebro.
La justicia para Platón es que la parte racional controle a la parte irracional y apetitiva con ayuda del alma irascible. Así la justicia queda definida como aquel estado de cosas en donde cada uno atiende a lo suyo y cumple su función. La justicia ética es aquel estado en donde los apetitos son medidos y controlados por la inteligencia y los impulsos fogosos del alma irascible están igualmente supeditados al control de la razón. De este modo el hombre es feliz ya que de otro modo su alma se vería continuamente conturbada por apetitos insaciables que obligarían al hombre a esclavizar su propia naturaleza racional en una búsqueda ciega e inacabable pues los deseos del alma apetitiva son innumerables y por su propia naturaleza insaciables. Platón, siguiendo a los pitagóricos, será uno de los primeros filósofos que apuesten por una ética contemplativa con tintes ascéticos.
Del mismo modo que existen tres almas en el hombre en el estado deben existir tres partes; el estado justo será aquel en el que sus partes cumplan sus funciones más armónica y estrictamente. El pueblo trabajador se corresponde al alma apetitiva en el estado; el ejercito se corresponde al alma irascible; y, por último, los filósofos son al estado lo que el alma racional es al individuo. La función de la clase filosófica es la de gobernar el estado, del mismo modo que el alma racional en el hombre justo debía controlar sus actos; los guardianes tienen como propósito defender el estado y auxiliar a los filósofos en la tarea de gobernar pero siempre estando a sus órdenes; finalmente, el pueblo trabajador tiene como función cumplir las órdenes que emanan de las otras clases superiores. Antes de continuar debemos dejar claro que cuando Platón habla de los filósofos como clase gobernante no se refiere simplemente a alguien que haya estudiado filosofía tal y como hoy entendemos la palabra filósofo; Platón toma la palabra filósofo en sentido etimológico, es decir, el gobernante es el amigo de la sabiduría, el entendido, la persona que reflexiona y comprende los problemas políticos, en una palabra, un técnico de los asuntos públicos. Es muy recurrente en Platón el ejemplo de cómo gobernar una nave ¿quién debe dirigirla, quien tenga más dinero, quien sea más numeroso, quien sea más fuerte? La respuesta es obvia para el discípulo de Sócrates: la nave debe ser gobernada por quien más sabe, por el piloto; del mismo modo el estado debe ser dirigido por aquellos que tengan un conocimiento más perfecto sobre la realidad: los filósofos.
Así como en el individuo la armonía entre las partes de su alma tenía como fin la felicidad del mismo la armonía de las jerarquías del estado ideal platónico tiene como finalidad la felicidad del cuerpo político. Para evitar que se trastoque el fin del estado y los gobernantes y los guardianes empiecen a buscar su lucro personal se deben instituir ciertas normas en el estado. En primer lugar, entre los guardianes todo debe ser común y no debe existir propiedad privada; comerán todos juntos como una familia y dormirán en habitaciones comunes como si fueran soldados en campaña. Ya que entre los animales admitimos que machos y hembras de la misma especie son iguales y tienen las mismas características, exceptuando que las hembras son más débiles físicamente y que los machos no pueden parir, entre los guardianes hombres y mujeres tendrán los mismos derechos y vivirán también en común. Incluso las relaciones entre hombres y mujeres serán libres y no se establecerán familias tal y como las conocemos ya que los hijos de los guardianes serán criados todos en común y ni siquiera los padres sabrán quienes son sus hijos. De la casta de los guardianes saldrán los gobernantes filósofos, aquellos que destaquen en inteligencia y justicia serán los seleccionados para formar la casta gobernante. La casta de guardianes-filósofos no se mezclarán con el resto del pueblo ya que hay que intentar en lo posible que nazcan para el mando los mejores hijos de los mejores padres y los mejores padres son los de la casta gobernante; en el caso que por un azar un hijo de gobernante no esté a la altura de sus progenitores será entregado a los gobernados para que ellos lo eduquen y mantengan, en el caso contrario de que una mujer del pueblo tenga un hijo con una naturaleza superior este hijo será ascendido a la casta gobernante para que sea educado entre ellos.
Para asegurarse que los gobernantes sean lo mejor posible para la función de dirigir el estado deberán ser educados estrictamente para cumplir con su tarea. Es de vital importancia que los hijos de los guardianes y de los filósofos se eduquen mediante la gimnasia y la música; desde muy pequeño los niños aprenderán a coordinar sus movimientos a los ritmos agradables y suaves para que interioricen los principios de la armonía y el orden y para que además fortalezcan sus cuerpos haciéndolos ágiles para la lucha. Platón cuida mucho la educación musical y proscribe de su estado ideal los ritmos blandos y descompasados; mediante la degeneración del ritmo podría introducirse la degeneración de las costumbres por lo que hay que evitar toda innovación que no sea estrictamente aprobada por los reyes-filósofos.
En cuanto a la educación intelectual los primeros años de vida el guardián-filósofo los pasará estudiando matemáticas ya que esta disciplina permite familiarizarse con cosas inmutables y, además, despierta el intelecto. Poco después el joven estudiará astronomía para ser capaz de percibir el orden y la armonía que es la huella del demiurgo en el mundo físico. Por último, a los treinta años quienes hayan mostrado una mayor agudeza intelectual y fortaleza moral se le introducirá en el estudio de la dialéctica. La dialéctica es la disciplina que trata de conocer las cosas que son en sí es decir, en la metafísica platónica, las Formas; aquellos que avancen en el conocimiento de las Formas llegarán a la contemplación de la Forma suprema: la Forma de Bien. El conocimiento de la cúspide ontológica, la aprehensión de la idea de Bien no es un conocimiento mediato, meramente intelectual y comunicable con el lenguaje ordinario; la Forma suprema que da entidad a todo lo real sólo se conoce a través de una experiencia directa e incomunicable no accesible a la mayoría de los hombres. Aquellos que hayan experimentado el Bien serán los reyes-filósofos, en edad no menores a 50 años, mientras que todos aquellos que no hayan llegado a la total comprensión del Bien o carezcan de rasgos para evolucionar en su aprendizaje serán los que formen la casta de los guardianes.
Platón admite que su estado ideal como cualquier otra realidad del mundo físico está sujeto a la degradación por lo que tarde o temprano degenerará a otro sistema político menos perfecto. El estado ideal es llamado por el autor “aristocracia” que significa “gobierno de los mejores”; cuando en este estado ideal los guardianes guerreros empiezan a ocupar la posición que le correspondía a los filósofos aparece el primer sistema político degenerado: la “timarquía”. En la timarquía los guardianes acumulan riquezas y el poder a espaldas del pueblo trabajador, no cometen excesivos desmanes pero el deseo de honores es lo que mueve sus decisiones en vez del bien de la mayoría. En muchos sentidos la timarquía recuerda los regímenes militaristas del siglo XX y de la actualidad.
La timarquía degenera en “oligarquía” (gobierno de pocos) en donde la clase dirigente está compuesta ya no por los guerreros sino por aquellos que poseen las riquezas. Ya que en la timarquía el fin de los gobernantes era acumular riqueza es lógica la evolución hacia la oligarquía. El mayor problema de la oligarquía es la cohesión social, en este sistema de gobierno existen dos estados en uno: el estado de los pobres y el estado de los ricos siempre en conflicto entre sí.
La paupérrima situación de la clase pobre en la oligarquía lleva a esta a degenerar en “democracia” (gobierno del pueblo). Los pobres se alían entre sí y arrebatan el poder a los más ricos estableciendo en lo posible un sistema igualitario de participación política y la mayor libertad política posible. Todos gobiernan en el estado democrático y todos pueden vivir en libertad haciendo lo que les parezca bien. Pero este sistema también es imperfecto ya que mientras que en la oligarquía había dos cuerpos políticos en la democracia hay infinidad de ellos, tantos como individuos o familias. Todo el mundo hace lo que le viene en gana y no hay orden ni ley que se respete, los ignorantes tienen tanto poder como los sabios y la multitud se cree experta en todos los temas. Gobernar un estado democráticamente, dice Platón, es como pilotar una nave haciendo votaciones a las personas que están a bordo sepan o no sepan del arte de navegar. La democracia genera disensión, enfrentamientos continuos y caos social.
La democracia degenera en el sistema político más alejado del buen gobierno: la tiranía. En el estado democrático un demagogo se presenta como salvador de los pobres o de una amplia capa de población, con palabras zalameras toma el poder en la asamblea y todos lo siguen. Tras conseguir el poder político necesita una guardia que le proteja de las agresiones de sus enemigos, con esta guardia y con la connivencia de otros aliados de la ciudad o extranjeros se hace con el poder absoluto. El que parecía el salvador del pueblo se convierte en un tirano con plenos poderes que para mantener su preeminencia tiene que exterminar a todos sus enemigos.
Escrita en su madurez la República es quizás el diálogo más influyente de Platón y la primera utopía política de la que tenemos constancia escrita no obstante, en su vejez el autor ateniense reconstruyó esta utopía en su obra “Las Leyes” dándole un matiz más abierto y democrático a su proyecto político aunque conservando mucho de los elementos que aparecen en la República.

Terminología de La República

Apetito (thumos)

Apasionamiento excesivo a favor de aquello a lo que uno se siente vinculado o de oposición a aquello a lo que uno siente como amenaza o riesgo para los propios vínculos. Es la fuente del anhelo de honores, pero también es la fuente del sentimiento de respeto. Sócrates argumenta (4.439e-441c) que el apetito es la parte media del alma que puede vincular los deseos al intelecto o viceversa. Glaucón muestra el apetito de un modo ejemplar cuando en 2.372d objeta la presentación de Sócrates de la ciudad sana en la que se satisfacen todos los apetitos naturales y se cubren todas las necesidades racionales; declara tal vida como impropia de seres humanos, pues la siente como una ofensa a nuestra dignidad y la menosprecia, a su vez, como apta solamente para cerdos. La palabra nombra la misma cualidad presente en un caballo brioso o en quien está vivificado por una conversación estimulante (2.375a-b).

Aristocracia (aristokratia)

Gobierno de aquellos pocos mejor cualificados para ser gobernantes por habilidades naturales, carácter, y educación. En este diálogo nunca se usa para referirse al gobierno de aquellos que heredan fortuna o títulos.

Arte (technê)
Una combinación de conocimiento universal, experiencia particular, y práctica en una habilidad que permite que alguien produzca un resultado de un modo confiable. La palabra ‘ciencia’ no sería adecuada por un lado, mientras que la palabra ‘artesanía’ no lo sería por otro lado. Aunque los ejemplos en el diálogo van desde el conocimiento de la medicina hasta la habilidad para montar a caballo, un arte nunca es un mero aprendizaje libresco, ni una mera habilidad manual. Toda indagación que se haga con arte comprende un conjunto de capacidades que incluyen algo de teoría, una capacidad adquirida para reconocer cómo la teoría se aplica a casos particulares, y suficiente destreza para efectuar dicha aplicación. Sócrates introduce el ejemplo del arte en 1.332c, como una instancia incuestionable de la capacidad de obrar bien.
Carácter (êthos)
Una tendencia profunda y estable en el ser humano que tiene una base natural, pero que requiere ser formada por la educación y constituida por el pensamiento (3.400e). Aquello de lo que Céfalo habla en 1.329d como la condición para una buena vejez es tan sólo la disposición natural (tropos). Es la necesidad de proporcionar guardianes confiables a la ciudad lo que lleva a Sócrates a introducir la noción de carácter en 2.375c; a la vez, él muestra de qué está hablando en su esfuerzo para ayudar a cambiar el tropos de Glaucón y Adimanto respecto de la justicia (2.368b) en un estado de carácter que pueda adherirse a ella.
Ciudad (polis)
La comunidad política soberana y autosuficiente, limitada en tamaño por la capacidad de las personas para trabajar asociadamente hacia fines comunes. En tiempos de Platón la principal forma alternativa de gobierno era un imperio como el de Persia; cobijarlos ambos bajo un mismo nombre como el de ‘estado’ sería contrario al uso griego y a la naturaleza de las cosas mismas. Las Guerras Persas del siglo V ofrecieron la ocasión para que los griegos descubrieran lo que era distintivo de su organización política cuando estuvo amenazada la supervivencia de dicha organización. La comprensión de que la ciudad no es tierra y construcciones se muestra en Herodoto (Historia, VIII, 61) y se hace explícita en Tucídides (Las guerras del Peloponeso, I, 10). En 1.338d Trasímaco se vuelve a la ciudad como la arena en la que la justicia puede verse como es. A partir de 2.369a Sócrates lleva este examen un paso más allá, al pasar de la disposición azarosa de las ciudades reales al ensayo de ver la ciudad como es gracias al estudio de su origen.
Confianza (pistis)
La actitud del alma hacia las cosas percibidas por los sentidos, que acríticamente las toma como los seres verdaderos, originales y únicos.
Contemplación (theôria)
La mirada directa y tranquila de cualquier cosa visible o inteligible, que la toma en su totalidad y simplemente como es.
Democracia (demokratia)
Gobierno de la masa de la población, que en este diálogo viene animada por el deseo de la mayor libertad posible de coerción.

Devenir (to gignesthai, genesis, to gignomenon)
Existencia en tiempo y lugar como algo mutable y perecedero. En 6.508d, Sócrates dice que no puede haber conocimiento de nada que se encuentre en estado de devenir, sino sólo opinión cambiante.
Dialéctica (dialektikê)
Pensamiento o indagación que procede al modo de una conversación, a partir de opiniones, pasando por la prueba de opiniones, hasta opiniones mejor fundadas. Como parte de la educación completa del ser humano completo, Sócrates sostiene (7.533c-d) que la indagación dialéctica puede conducir más allá de la opinión, al conocimiento; pero la dialéctica es también el acercamiento humilde a otros que permite que la discusión sea un aprendizaje compartido y no un debate competitivo (1.348a-b). Sócrates la entiende como un poder inherente al discurso racional mismo, que lo lleva más allá de los presupuestos en que descansa en un momento dado (6.511b).
Educación (paideia)

En el Sofista de Platón (229d) la educación se distingue del entrenamiento en habilidades particulares y se dice que fue reconocida y nombrada por los atenienses. Allí el Extranjero eleata dice que su forma tradicional es una combinación de austera disciplina y gentil motivación. En 2.376e Sócrates particulariza sus dos componentes como ejercicio gimnástico y música. La última comprende todas las influencias que refinan y civilizan el alma, las artes inspiradas por las Musas de la poesía, la representación pictórica, y especialmente la narración de historias, además de la melodía, la armonía, y el canto. Gran parte de la República examina la música en su sentido amplio como el primer aspecto de la educación y el más abarcante de ella. Y como Sócrates dice aquí que la verdadera Musa educa por medio de la filosofía (8.548b-c), y en el Fedón (61a), que la mayor forma de la música es la filosofía, la totalidad de la República puede verse como una educación musical dirigida a almas jóvenes entusiastas.
Gobierno (politeia)
El título del diálogo, que significa una comunidad o una asociación política, o la distribución de funciones y responsabilidades entre las personas que pertenecen a ella. Es lo que hace que una ciudad sea una, y no tan sólo muchas personas viviendo cerca unas de otras, o sujetas en común a una fuerza. En este diálogo es una palabra más rica y más flexible que ‘régimen’ o ‘constitución’, y proporciona su metáfora central y rectora de una organización de partes o poderes dentro de cada alma humana que lleva a felicidad o desgracia. Ver, por ejemplo, su uso en 10.605b y 10.608b.
Imaginación (eikasia)
El poder de percibir la semejanza de una cosa ausente o invisible en alguna otra cosa. Esta otra cosa puede ser cualquier cosa: un objeto tridimensional, un patrón de colores, una expresión vocal, o una descripción en palabras. En este sentido la imaginación tiene un carácter activo, y no consiste en el mero tener representaciones mentales, lo que sería phantasia. La imagen de Sócrates de la línea dividida (6.509d-511e) se funda por completo en la relación entre imagen y original, y sugiere que la imaginación activa es el poder que mantiene juntos todo pensamiento y percepción de modo tal que nuestra experiencia sea una y completa.
Imitación (mimêsis)
La producción de una semejanza reconocible por una imaginación activa. La imagen producida siempre es perceptible por los sentidos o por la imaginación, pero la cosa asemejada y revelada en la imagen no tiene que serlo: en 2.375c y siguientes, Sócrates descubre en la imagen de un perro una clase de carácter humano que es a la vez gentil y fiero, y la semejanza apunta a una naturaleza filosófica en el original que no es posible tener en la imagen. El efecto de la imitación del carácter humano en relatos es un tema mayor en la República.
Intuición (nous)
La clase de pensamiento que contempla las cosas que piensa. Sócrates considera el ejercicio activo de este poder (noêsis) como la actividad superior del alma (6.511d), pues logra verdad y claridad en la mayor medida.
Justicia (dikaiosunê)
La virtud que gobierna las acciones y el lenguaje que refieren a otros seres humanos, según Trasímaco (1.338d-339a) sólo en una ciudad organizada, según Glaucón (2.358e-359b) en la sociedad humana en conjunto, según Sócrates (1.351c) en cualquier grupo de personas. El último modo de pensar acerca de lo que es la justicia tiene la sorprendente consecuencia de que la justicia puede estar presente dentro de una persona, como aquel poder que permite que cualquiera de nosotros sea una fuente de acción y no muchos impulsos; a su vez, esa posibilidad conduce a la analogía entre una ciudad y un alma que guía toda la indagación en la República. El título del diálogo se refiere primariamente al gobierno dentro de un alma humana como raíz de toda vida humana.

Lenguaje (logos)

El contenido inteligible del habla, que ni es griego o español, ni hablado o escrito. En particular, un logos puede ser cualquier unidad en el medio del lenguaje: una palabra, un significado, una oración, un enunciado, un relato, un argumento, un discurso, una descripción, una explicación. En matemáticas, un logos es una razón, un patrón inteligible de una relación en magnitud. De la ciudad que se construye una y otra vez en la República se dice con frecuencia que tiene su ser en el lenguaje.

Libertad (eleutheria)
En primer lugar, la condición de aquél que no es esclavo, y de aquella ciudad que no está bajo dominio extranjero. Convencionalmente, la condición de pretendida superioridad de aquellos que por cuna son tan acaudalados como para no necesitar de trabajo en su vida. Con mayor profundidad, la condición de cualquiera que gana cualquier grado de holganza gracias a la participación en la asociación política. Con menor profundidad, la mera ausencia de coacción buscada en las democracias; en 9.577d-e se encuentra el argumento que muestra que la esclavitud es inherente a esta clase de libertad. En últimas, el objetivo de toda la discusión en la República es mostrar la libertad como la norma que un alma educada apropiadamente se impone a sí misma (9.590d-591c), y que es capaz, por ende, de escoger su propia vida.
Moderación (sôphrosunê)
La virtud que permite que la respuesta humana a los deseos, como pueden ser el alimento, la bebida, o el sexo, o a las aversiones, como puede ser la autoridad, sea resultado de elección más bien que de impulso irracional. La palabra se usa en un sentido amplio, conversacional, en los diálogos de Platón, donde no se hace una distinción sistemática entre el estado determinado de carácter y el auto-control (en-krateia) que tiene que ejercerse de nuevo en cada ocasión. En la Ética a Nicómaco Aristóteles distingue estos dos aspectos, así como la capacidad general de reconocer un medio que pertenece a todas las virtudes de carácter y adherirse a él; en tal contexto, la palabra moderación no vertería adecuadamente el significado de sôphrosunê.
Oligarquía (oligarchia)

Literalmente, gobierno de unos pocos, pero en este diálogo se usa sólo para el gobierno suscitado por el amor del dinero, en el que la única cualificación para gobernar es la de ser propietario.
Pensamiento (dianoia)
El modo de tratar con cosas inteligibles que va de los presupuestos a las conclusiones. Sócrates lo contrasta con la intuición (6.510b-511c). Usa tanto el primero, en primer lugar (7.524d), como el segundo, en segundo lugar (7.534a), en un sentido amplio para referirse a la totalidad del poder de pensar.
Presupuesto (hupothesis)
Aquello que sin examen se toma como conocido y claro. El cognado español ‘hipótesis’ sería una traducción perfectamente admisible, sólo que se refiere a algo deliberadamente adoptado, mientras que Sócrates deja abierta la posibilidad de que meramente pueda ser una asunción no examinada (6.510c-d). Algo como ‘supuesto’ o ‘subyacente’ puede recoger su sentido literal de algo puesto debajo, con lo que Sócrates juega en 6.511b.
Prueba (elegchos)
La palabra deriva de un verbo que originalmente significa exponer a alguien a la desgracia, y se aplica a la refutación de algo contrario. Sócrates transforma la palabra para que signifique la prueba de una afirmación u opinión mediante el examen de sus implicaciones y presupuestos, y a lo largo de los diálogos de Platón anima a otros a realizar esta experiencia y los invita a que también él sea examinado. Es a lo que la gente se refiere cuando habla pedantemente del elenco socrático o vagamente del método socrático. En el libro primero de este diálogo, Céfalo se aleja de ella, Polemarco la acepta con dignidad, y Trasímaco la combate por todos los medios. Sócrates llama ‘dialéctico’ (7.534b-c) a alguien que la recibe, la aplica a sus propias opiniones, y la lleva lo más lejos que puede; considera que solamente una persona así es susceptible de recibir una educación completa.
Ser (to einai, ousia, to on)
No se refiere a la existencia sino a la identidad estable. En el dativo (tô onti) el participio puede significar ‘en su ser’ como opuesto a parecer, es decir, ‘en su propio ser’, esto es, aquel aspecto o parte de algo que hace que sea lo que es. En el plural (ta onta) se refiere a las cosas que son en el sentido más enfático, incluido todo aquello que siempre es exactamente lo que es.
Rey (basileus)
En este diálogo, siempre un gobernante único cuyo título para gobernar proviene del mérito y que gobierna por la ley y está sometido a ella.

Sabiduría (sophia)

El conocimiento directivo gracias al cual alguien puede evaluar el mejor modo de obrar o de hacer algo. Por lo tanto, su primera aplicación y la más extendida es a aquellos que poseen artes. Pero entonces se identifica primariamente con el juicio inteligente que puede dirigir la vida completa de un ser humano o de una comunidad (4.429a), y la palabra para inteligencia, phronêsis, puede usarse entonces indistintamente por ella (4.433b). Pero todos estos usos presuponen una habilidad para evaluar la evidencia de las cosas que son verdaderas en sí mismas, y esto se hace explícito en el estudio de un conocimiento sin presupuestos, y por lo tanto contemplativo, del ser inmutable (6.511b-e). La profundización gradual del significado de sophia a lo largo del diálogo desborda cualquier distinción verbal entre sabiduría práctica y sabiduría teórica, y Sócrates niega que ellas sean separables.
Timocracia, timarquía (timokratia, timarchia)
Palabras acuñadas en este diálogo (8.545b) para un gobierno como el de Esparta, animado por el amor del honor, y en el cual aquellos que reciben máximos honores reciben también el derecho de gobernar.
Tirano (turannos)
Un gobernante único que se impone a una comunidad política gobernada previamente de algún otro modo, o una monarquía en la que la sucesión prescrita por la ley recaería sobre alguien diferente. Sócrates argumenta (8.565d) que el modo natural para que un tirano llegue al poder se da dentro de la democracia, después de haber sido elegido como líder de la facción popular.
Valor (andreia)
La virtud que en medio de obstáculos intimidantes le permite a alguien perseverar en un curso de acción escogido libremente. No es el natural atrevimiento que puede encontrarse tanto en animales como en seres humanos, sino una capacidad que puede desarrollarse sólo por medio de la educación.
Virtud (aretê)
La excelencia de cualquier cosa como una instancia de su clase. La virtud de una jarra sería la de mantener líquidos sin que se derramen, reposar en una superficie sin volcarse, y tener una manija para fácil agarre. El diccionario de Liddell y Scout hace derivar la palabra del nombre de Ares, el dios de la guerra, pero es más probable que provenga del verbo arariskô, que significa ir bien o ser conforme. La virtud de una cosa consiste en estar bien adecuada a sus fines. Pero la palabra tenía una aplicación especial para los seres humanos, ya que se refería a cualquier cualidad de carácter por la que alguien sobresale y es admirado, habiendo cuatro cualidades de aquellas que eran primarias o cardinales: la sabiduría, la valentía, la moderación, y la justicia. Cuando Trasímaco niega que la justicia sea una virtud (1.348c), está retando la opinión convencional de que haya algo moral respecto de la excelencia humana, que considera, más bien, como un sobresalir entre otros en conseguir las cosas que uno quiere. Sócrates responde con el argumento de que todas las actividades exitosas dependen de un conocimiento de lo que exactamente exige una situación determinada. La virtud humana, entonces, no sería una superioridad comparativa o competitiva, sino que sería de la misma clase que la virtud de cualquier otra cosa.

martes, 10 de noviembre de 2009

La dialéctica en la teoría del conocimiento de Platón



Platón llama dialéctica a dos procesos, un proceso ascendente a de síntesis (vamos eliminando la multiplicidad y explicándola con definiciones que funcionan como principios hasta llegar al primero o idea del bien) y otro proceso de análisis o descendente (a través de la teoría de las ideas y de la idea del bien, vamos derivando es resto del sistema). Se trata, pues, de dos procesos de conocimiento.

Platón atribuyo, a veces, a la dialéctica un sentido más fuerte: se refirió a ella como el supremo grado de conocimiento de la idea de bien. Seria un conocimiento de un nivel superior al de la ciencia. Como esta idea es real y su conocimiento nos situaría en su presencia, la dialéctica, en este sentido, se ubicaría no en el terreno cognoscitivo (del conocimiento) sino en el ontológico (de lo real).

Un principio geométrico como el teorema de Pitágoras puedo considerarlo como hipótesis (algo que «se supone» porque no se demuestra en ese momento) para poder demostrar consecuencias concretas. Pero también lo puedo considerar una tesis demostrada que me sirva, como los peldaños de una escalera, para demostrar otras tesis o principios superiores hasta elevarnos a la idea de bien. En este último caso, dejamos de lado las hipótesis y «nos encaminamos hacia el principio interno», ayudado de las «artes auxiliares» (geometría, astronomía…)
Platón perfeccionó el método de su maestro conservando la forma de contraponer las ideas. Para Platón el elemento inicial del diálogo que el alma sostenía consigo misma, es la IDEA INTUITIVA que se va esclareciendo a través del proceso crítico que la razón sigue en su discurrir. Este discurrir se realiza anteponiendo a cada idea (tesis) otra que la contradice (antítesis) hasta lograr su depuración. La existencia de la idea intuitiva la explica Platón mediante el mito de la caverna (Platón, La República, libro séptimo).

Luego la dialéctica tienen dos partes: la intuición de la idea, y el esclarecimiento de dicha idea. Platón supone que el alma, antes de estar encerrada en el cuerpo, habitó en el Topos Uranos, un mundo de perfección, donde conoció a las ideas, es decir las esencias y modelos de todas las cosas. Al encarnar, olvido todo lo que vio. Cuando el hombre busca la verdad tiene que recordar algo de lo que vio en el Topos Uranos, este recuerdo es el elemento intuitivo inicial que tiene que esclarecer mediante el método discursivo. Este esclarecimiento nunca es absoluto y por ello el entendimiento humano nunca puede lograr el conocimiento absoluto.

Los grados del conocimiento

En el libro VI de La república, Platón desarrolla detenidamente el tema del conocimiento. Distingue dos tipos de conocimiento: el sensible y el intelectual, cada uno de los cuales posee diversos grados.

El conocimiento sensible tiene como objeto el mundo sensible que es cambiante. No lo considera un conocimiento en sentido pleno y recibe el nombre de opinión.

El conocimiento intelectual tiene como objeto el mundo inteligible, que es inmutable, y al cual da el nombre de inteligencia.






La opinión la divide en:

- Imaginación, opinión que se refiere a «las sombras y reflejos de las cosas».
- Creencia, opinión que no se justifica por un razonamiento riguroso y que se refiere a los objetos del mundo sensible.

En la inteligencias, Platón distingue entre:

- Pensamiento (conocimiento discursivo), propio de las matemáticas y de otras ciencias exactas (música, astronomía) que emplean un método hipotético.
- Conocimiento (conocimiento dialéctico), un saber riguroso que es fruto de la contemplación directa de las Ideas, en particular de la Idea de Bien. Constituye la Dialéctica, único grado del conocimiento merecedor para Platón de tal nombre.



Dianoia y noesis configuran los que Platón denomina episteme, esto es, ciencia, un conocimiento que es necesario porque se refiere a aquello que permanece siempre idéntico a sí mismo, que no puede ser de otra manera. Es, de igual modo, universal, y ello en un doble sentido: en lo que se refiere al objeto de conocimiento, pues quien alcanza la episteme conoce la totalidad de lo real, y en lo que respecta al sujeto de conocimiento, ya que todos los hombres que alcanzan la episteme conocen lo mismo de lo mismo.

El conocimiento científico, pues, es el necesario y universal, aquel que tiene por objeto lo que no puede ser de otra manera.

Este proceso de ascensión dialéctica desde las cosas a las ideas es arduo y fatigoso. ¿Qué motivación nos anima? ¿Qué fuerza nos arrastra? Para Platón, aquello que nos mueve al conocimiento es el amor (eros).