Durante el siglo XIX,
aparecen filosofías práxicas, que se refieren a un saber actuar y pretendían
transformar la realidad. Mientras el materialismo histórico (Marx) pretendía
transformar la estructura económica de la sociedad, el vitalismo (Nietzsche) pretende
la transformación de la acción humana por la estética.
Podemos decir que
Nietzsche toma influencias de vertientes del pensamiento y pensadores tales
como:
El romanticismo; este movimiento
estético colocaba a la imaginación, la intuición y los sentimientos en primer
plano, frente al racionalismo ilustrado.
Schopenhauer; planteó que la razón
no es capaz de comprender la verdadera naturaleza de la existencia, pues no
accede a su totalidad. La percepción de la realidad es totalmente subjetiva. No
hay verdad absoluta ni leyes universales. Además, el motor de la vida es la
voluntad, cuyo fin es cada vez más vida. Al no poder satisfacer plenamente este
hecho se transforma en angustia que acabará convirtiéndose en resignación.
El vitalismo;
estos
filósofos parten de la observación de los hechos y tratan de comprender la
realidad en devenir (Heráclito).
El historicismo; a este, pertenecen
aquellos filósofos preocupados de la historicidad del ser humano de una manera
coherente y ordenada.
Wilhelm Dilthey y su hermenéutica; propuso la teoría de las concepciones del mundo y dio gran
importancia a las vivencias, la
psicología y la poesía para comprender las ciencias del espíritu. El problema
central era la vida y la concepción de la misma, comprenderla. Contraponía las
ciencias de la naturaleza (estudia hechos que ocurren de forma necesaria y
siempre igual) a las ciencias del espíritu (estudia los hechos culturales, el
mundo histórico, obra de los seres humanos, fenómenos que pueden y deben
comprenderse.
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